¿Por qué es fundamental dar un curso de filosofía fundamental?

¿Por qué es fundamental dar un curso de filosofía fundamental? .

Pensad un momento y decidme por qué acudís a la universidad, o a cualquier otro lugar que os guste. ¿Por qué preferís vivir como vivís, decidiendo hacer esto o aquello? O, sencillamente: ¿por qué vivís, para qué?.. Me apuesto mi sueldo de todo el curso a que la respuesta es esta: todo lo que hacéis (o dejáis de hacer) es... por algo que tenéis en la cabeza, es decir: por ideas. Seamos o no conscientes de ellas, sean nuestras o de otros, sean buenas o malas, tenemos la cabeza llena de ideas, y todo lo que hacemos, percibimos, sentimos, deseamos y pensamos (sobre el mundo, sobre nosotros mismos, sobre los demás...), todo-todo depende de esas ideas. Hasta respirar lo hacemos porque pensamos que mola vivir; en otro caso nos pondríamos la soga al cuello y dejaríamos de hacerlo... ¿O no?
Fotografía de Chema Madoz

Pues bien, la filosofía no es más que el deseo de hacerte consciente y dueño de tus propias ideas y, por tanto, de tu propia vida. Aquel que es consciente de las ideas que le mueven en la vida, puede criticarlas y mejorarlas (y, así, mejorar también su vida). 

¿Y esto de hacerse uno consciente de las ideas como se hace? Fácil (¿fácil?): a través de la reflexión. ¿De la qué? La reflexión es algo así como obtener un "reflejo" de las ideas que tenemos en el coco; como ponerlas "frente a un espejo". Es pensar en lo que pensamos. 

La reflexión se hace de dos formas: el monólogo (me flexiono y me pienso hacia dentro), y el diálogo (que es el arte de flexionarme hacia fuera, y de hacerme flexible para con las ideas de los demás, para comprenderlas y asimilarlas y así no ser tan... "idiota"). 


El idiota (del griego "idiotés") es el que cree que sus ideas son "LAS IDEAS" (es decir, el que se cree sabio). Pero esto suele ser falso. Ni nuestras ideas son nuestras (casi siempre las hemos aprendido de otros), ni son más que verdades a medias (y eso en el mejor de los casos). Para que sean mejores (y nosotros con ellas) conviene verlas y buscarlas como piezas de un puzle que solo podemos completar con las ideas de los otros, esas a las que nos asomamos a través del diálogo. Tal vez  completando el puzle podamos acercarnos a esa quimera que es la verdad...  

Dejar de ser un idiota (ese es el objetivo de la filosofía) tiene que ver, pues, con buscarnos en el espejo y el eco de los demás. Los demás, los otros, son... las ideas que no tenemos. Por eso es tan importante el diálogo, la comunicación, el amor, es decir, el deseo de comprender a los demás (de comprender sus ideas) y de compartir con ellos nuestros pensamientos. Comprender (escuchar, leer...) a los demás, y comunicarnos con ellos (hablar, escribir...), es como abrazarlos en esa parte suya que no se ve ni se toca, en la más íntima, allí donde están de verdad y de donde proviene toda su vida, en la parte de... sus ideas. 


Pero además de para ser libre, un poco menos idiota y un poco mejor amante, la filosofía sirve para muchas más cosas fundamentales que tendríamos que explicar (lo haremos un poco en clase) y que están relacionadas entre sí: 
Para salir de la caverna (de Platón)
Para dudar y estar seguros de que existimos (dijo Descartes)
Para expresar nuestro incurable inconformismo (ay, el deseo...)
Para ser algo más que felices (la tentación de las drogas)
Para vivir como seres humanos (¿qué tres tipos de personas van a un estadio?)
Para ser buenos, y justos, y bellos (diría Sócrates)
Para afrontar con valor lo doloroso, lo azaroso, lo absurdo de la vida (y la muerte)
Para dar sentido a la vida (o buscarlo)
Para cambiar el mundo (no hay nada más práctico que una buena teoría, dijeron Marx, y otros).



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